lunes, 23 de enero de 2012

Una Pena Que Esas Alas No Sean de Libelulas



Alas de mariposa




De vez en cuando me llegan sus mensajes,
alas de mariposa que se mueven deprisa,
lo mismo que si fueran, en el sitio más alto,
la perfecta oración a los dioses más buenos.

Y me habla de versos y de palabras dulces.
Me imagino sus ojos y su sonrisa abierta.
Y en su cuerpo de niña adivino el deseo,
la fiebre de otras noches cuando no estaba ella.

No sé qué contestarle. Hay amores que tienen
la exacta dimensión que nunca será nuestra,
ese vacío amargo de las tardes de invierno,
cuando todas las calles son espacios cerrados.

Si el amor no tuviera esa extraña exigencia
y los cuerpos no fuesen la propiedad del tiempo,
no digo que no fuera a perderme en sus brazos,
o que, lento y cansado, no me enterrara en ella.

Pero tienen los días más miedos que certezas
Y son las madrugadas ahora calendarios
con las fechas tachadas, sin domingos ni fiestas.
No hay reloj que me pueda regalar sus minutos.

Me quedo con sus ojos, cuando abraza a un muchacho
y me mira y sonríe. Y entonces me pregunto:
"¿Soñará con mi cuerpo? ¿Lo que siente en su piel
es la torpe caricia que espera de mis dedos?"

Prefiero que en la noche, cuando escribo estos versos,
me recorra la sangre lo que nunca le he dado,
aunque sueñe con ella y me pregunte siempre:
“¿Cómo será, dios mío, suicidarme en sus piernas?”



***
Publicado por Rodolfo Serrano