miércoles, 28 de diciembre de 2011

SIN SALIDA

“… Eras un rehén del mismo amor irrenunciable. Y les digo algo: todos sabemos que los amores irrenunciables o los así denominados “para siempre” se convierten en una cárcel, en una tortura, un agujero del que no podemos salir. Están diseñados por una zona del inconsciente que te recuerda que fuiste vos y no otro el que dio la orden. ¿Qué nos hace sufrir? La idea de no poder recordar o afirmar que fuimos nosotros los que dibujamos el gran mapa de todas las trampas en las que íbamos a volver a caer, trampas de las que también íbamos a resurgir como si fuera ese el gran entretenimiento que unifica todos los buenos momentos que -para colmo- duran poco, duran nada.”